Cuando las madres y los padres (si, en este orden) buscamos una evaluación, lo que queremos es respuestas.
La solución ya puede ser posterior, pero que algo te explique la complejidad de tu crianza da mucha paz.
Pueden ser cosas sencillas o cosas realmente serias, pero la incertidumbre nos mata.
Nos mata porque vivir “mindfulness” no se nos da bien a los adultos.
Proyectamos de manera incontenible un “qué será de él/ella si yo no…” y, aunque te han dicho por activa y por pasiva que disfrutes del tiempo que te toca, las madres y los padres no educamos para hoy, educamos a largo plazo, y a veces no es posible no pensar que ocurrirá mañana si hoy no busco una puerta a la que llamar.
Todos queremos que nuestros hijos e hijas sean personas de éxito, ese éxito de sentirse bien con sus elecciones y su forma de ser.
Y para eso, hay ocasiones en las que hay que dejarse acompañar.
Pero… ¿y qué ocurre cuando reclamas y reclamas y te dan largas?
Hay un primer momento de “confiar” en el o la profe, el o la profesional, pero tú sigues viendo lo que ves y aquello no avanza…
Cuando pasan los meses y te encuentras con el mismo “petate” que con el día uno, obviamente la frustración aparece y, probablemente, unas cuantas ganas de mandar a esa persona a reciclarse un poco… en lo mínimo.
Nosotros este año con nuestra pequeña ha sido así, es una cosa a simple del lenguaje, que nos ha llevado a vernos en el mes de julio visitando varias opciones.
No me explayo más aquí porque sabes y además sé que lo entiendes y respetas, que no voy a entrar en más detalles acerca de mi peque, pero si te comento a la conclusión que he llegado: el año que viene daré la “turra” semanalmente.
Que nos exijan a los padres X resultados, cuando no ha habido compromiso o lo que sea por el otro extremo, no es fácil de digerir.
Y por otro lado… ¿qué pasa cuando coges las riendas y evalúas porque estás segura (o tu instinto de madre te pone en alerta) de que eso no es lo habitual y te lanzas a la piscina?
Pues bien, a veces, por desgracia, tampoco llegan respuestas claras.
En asesoría coincido con familias que “por poco”, “por unos puntos”, “no lo tenían claro”, tienen que seguir dando palos de ciego.
Y ahí nos vimos nosotros el año pasado.
No te voy a contar de qué, ni para qué, pero te cuento qué pasó y luego tú decides qué pensar.
Nosotros tuvimos que acudir 4 días en diferentes semanas. Iban a ser 3, pero decidieron ampliar una prueba más.
El primer día que llegamos puntuales como un reloj suizo nos dicen:
-“¡Ah! ¿Qué venís para la evaluación? No os esperaba, de hecho no soy yo pero pasad. Es que deberíais haber venido primero solos”
Obviamente mi marido y yo nos vimos a los ojos en plan “WTF??!” Porque hicimos lo que nos dijeron por teléfono.
Espera de alrededor de 20 minutos porque “no tenían nada preparado”
Seguimos con la “anécdota”:
-“Tranquilos, lo dejé allí solo haciendo X, que no tendría que ser, pero vale igualmente. Mientras os voy entrevistando”
Lo que si te puedo contar, es que uno de los detalles que le comentamos es la falta de continuidad o concentración a la hora de hacer tareas.
Mientras tanto, mi hijo solo en otra sala haciendo no sabemos qué, en un sitio nuevo y sabiendo que mientras están preguntando cosas a sus padres.
Tranquilamente 30 minutos duró nuestra entrevista, interrumpida por tener que levantarse esta persona “a ver cómo iba”, y nos fuimos a tomar un café.
Día 2
La persona que tiene que hacer la evaluación llega casi 1 hora tarde porque se estropea el metro.
-“¿Queréis iros y volver otro día, o esperáis”
-“Lo que sea más adecuado en estos casos. Lo que nos digáis”
En vez de 1 hora, estuvimos casi 2.
Lo ideal literalmente dicho por la persona, es que lo evaluase la persona que no llegaba, pero “no pasa nada”, estuvo haciendo otras cosas hasta que llegó la persona…
Bueno, se ve que 2 horas a un niño de 8 años por aquel entonces, no le afectarían (si, es sarcasmo…).
El día 3 y 4, ya no recuerdo si pasó algo concreto, pero te cuento cómo fue la reunión para resultados.
Te adelanto, que el padre de las criaturas y yo, hemos llegado a la conclusión de que ciertas características como no hablar español hasta los 7 años, alfabetizarse en el segundo trimestre de primero de primaria alfabetizándose en un idioma que no era el suyo propio, y haber pasado por 3 coles y una pandemia, no se tuvieron en cuenta.
Nos encontramos ante la primera persona que nos atendió, sin una reunión preparada y leyéndonos lo que estaba allí escrito de manera bastante inconexa.
-“Bueno, os tengo que decir que ha dado negativo. ¿Qué tal se lleva L. con su hermana? Porque lo tiene frito”
-“Ehh..¿normal? ¿Y lo que le pasa con la compresión numérica por qué es entonces?”
-“Ah, pues no se. Tenéis que fomentar la creatividad de L. evaluando he visto que la tiene muy cohartada”
-“¿Ah si?”
Una de las razones para su evaluación es que justamente, esto no es que anduviese limitado…
Leemos el informe después de reclamarlo casi 15 días después: CREATIVIDAD SUPERIOR A LA MEDIA.
Bueno, y aquí paro mi anécdota personal en un sitio de referencia.
Cuando a las madres y a los padres nos dicen que NO por “décimas” “puntos” “no cumplir 2 de las 10 características”, es como caer en un pozo.
“¿Y entonces esto por qué ocurre?” Es lo que yo me planteé y se plantean las madres que acompaño.
Desde mi experiencia personal, y desde mi experiencia en el acompañamiento, hay varios puntos clave:
-¿Este resultado cambia en algo lo que yo siento por mi hijo o hija?
-¿Esperaba que esto me diese la varita mágica para cambiar todo?
-¿Me doy un tiempo de asimilación y sigo?
-¿Merece la pena exponerlo?
Tan sólo la última dependiendo de mi paquete personal, es a la que yo le daría un si rotundo.
Cuando “no cumplimos el patrón”, hay que continuar.
Hay un gran porcentaje que depende de cómo yo me comunico y relaciono con mi peque, pero hay otro pequeño porcentaje que a veces es necesario seguir toreando porque no está en nuestras manos.
Si tienes dudas, si no estás conforme sigue.
Tú mejor que nadie sabes qué necesitáis para llegar al equilibrio.